Es una ironía que
el criminal de guerra ustacha Ivo Rojnica muera en simultáneo
con el lanzamiento en este país de la fase final del programa “Operación
Ultima Oportunidad” para Sudamérica. Rojnica no era
una de las personas específicamente buscadas en este marco –sus
antecedentes eran conocidos hace años, y el sentido de este
programa es localizar a los criminales nazis de los que no tenemos
información–, la promoción de un proceso era
un objetivo importante. El caso Rojnica es un buen ejemplo de la
situación actual y de los diversos obstáculos a los
esfuerzos para facilitar el enjuiciamiento de los perpetradores del
Holocausto. Si damos una mirada retrospectiva, Rojnica eludió la
Justicia debido a una combinación de factores: su decisión
inicial de escaparse hacia Argentina, que hasta la llegada de la
democracia a fines de 1983 fue un refugio ideal para nazis fugitivos;
el hecho de haber sido descubierto en un momento relativamente tardío
y, finalmente, que hubo escasa voluntad política en Zagreb
para enjuiciar a un croata prominente sobre quien no había
pruebas de que con sus propias manos hubiese matado a alguien. Si
bien estos factores entorpecen el procesamiento de los sospechosos
como él y como aquellos que pretendemos encontrar, no deben
evitar que sean enviados ante un tribunal. Y tampoco se debe minimizar
la importancia de exponer públicamente los comportamientos
de criminales como Rojnica, que a veces puede constituir un duro
castigo.
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